lunes, 1 de noviembre de 2010

En el fondo, todo ser humano anhela ardientemente conocer el propósito de su vida, y aunque muchas veces el materialismo, el naturalismo y la cultura postmoderna, tan en boga en nuestros días, ahogan o apaciguan en gran medida estos deseos, el hombre sigue buscando una respuesta, una razón, algo, aun cuando no sabe explicar exactamente qué, si un “Algo” o un “Alguien”, el origen de todas las cosas, Quién creó todo cuanto existe y lo sustenta; Aquél que nos dio personalidad e inteligencia y grandes dones para buscar, indagar, entender y creer, para establecer un contacto, una comunicación con Él. [1]

Sin embargo, los muchos medios humanos desplegados en este empeño no sirven; las perfectas y precisas instrucciones han de provenir de arriba: el hombre no puede alcanzar a Dios, su grandeza, su magnificencia, su mente; lejos de él esta la sabiduría (Job.36:26). Por mucho empeño y esfuerzo que dirija en esta dirección ya sea a través de la filosofía, la ciencia y aún la religión, no conseguirá nunca llegar hasta Él. No quiero decir que el hombre no está capacitado para ello. Dios le hizo maravillosamente capaz de conocer a su Creador y de tener una relación con Él, cuando le hizo a su imagen y semejanza (Génesis1:26-27); no obstante, a causa del pecado, la desobediencia al santo mandamiento de Dios, el quebrantar las leyes divinas, le ha privado de esta posibilidad y le arrastra hacia una desoladora destrucción, el justo salario por su pecado (Romanos 6:23).
Ahora bien, Dios en su infinito amor y misericordia hacia nosotros, nos anuncia “buenas noticias”, esto es, el Evangelio, que nos muestra de una forma magistral que Él ha hecho posible para el hombre el llegar a tener un encuentro personal con Él, y restaurar todo aquello que perdió en sus orígenes. Jesús, quien es de arriba (Juan 3:31) (Ef.4:10), descendió de lo Alto hasta nosotros y dio su vida para que esta “comunión” (común-unión entre el hombre y Dios) fuese totalmente restaurada a través del arrepentimiento y la fe en su Nombre y su palabra


El misterio de Dios en la sencillez del Espíritu Santo

Dios ha hecho posible por Cristo y la manifestación de su Espíritu lo que para ti y para mí era imposible por nuestros medios humanos. Una nueva y maravillosa descripción, ausente de palabras, de inmensurable gloria y hermosura es Dios, Su persona, Su presencia y Su palabra insondable. Cristo, en Quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento de Dios (Colosenses 2:3)(Romanos 11:33).
Dios ha encerrado este glorioso Don en nosotros, vasos de barro (2ªCorintios:4:7), pudiendo conocerle a El. ¡Ojalá anhelásemos nosotros con el anhelo de esta mujer (protagonista de la película Contact), más de Cristo y su poder y su presencia en nuestras vidas! Nadie podrá pararnos ante este deseo.

La incredulidad del ser humano y el verdadero buscador

La incredulidad es uno de los mayores impedimentos para experimentar la realidad de Dios, quien es espíritu, y las verdades espirituales. El hombre no percibirá estas realidades hasta humillarse y admitir su ignorancia, dando entonces un paso de fe. Siempre tratará de achacar a otros fenómenos y circunstancias el palpable cambio del carácter de una persona. Siempre trata de rechazar y evitar a la persona de Dios. (Salmo14:1).
Sólo aquel que desea con todo su corazón, aquel quien desea y anhela ardientemente encontrar la respuesta y busca sin cesar aun al precio de su vida, encontrará (Mateo7:1-4)(Jeremías 29:13).
Sólo aquella persona que es sincera y honesta, que no se inclina hacia los lados y busca “la verdad”, es la indicada para esta misión y a ésta Dios atraerá y se manifestará (Cantar de los Cantares 1:4)(Juan 1:21).
La manifestación de Dios por su Espíritu no está sujeta a otra cosa más que a la obediencia y la fe; se hace real por éstas. Un paso de fe nos hace entrar en una dimensión nueva, desconocida, “hermosa”y gloriosa, deslumbrante; una serie de experiencias reales que pueden durar como eternidad y al mismo tiempo ser tan breves que uno nunca desearía regresar de vuelta, sino ver más, contemplar más, entender más y más. En esta experiencia uno se siente insignificante, incapacitado, impotente y humillado ha de reconocer la inefable grandeza del Creador (Salmo8:3-9) (2ªCorintios12:1-5).
La fe y la vida cristiana se han de experimentar; no pueden ser demostradas empíricamente, científicamente. Han de ser gustadas. La única prueba tangible, observable de esta realidad tan mística, inexplicable “cuento de hadas” para muchos, es el cambio, la restauración, la metamorfosis o la trasformación del carácter personal y el reflejo de esta realidad en un rostro deseoso de compartir su experiencia con otros para que todos crean en Él. (Sal.126:1-2) (Cantar de los Cantares 5:9-16; 6:1).

Nadie podrá nunca arrebatarnos esta hermosa experiencia inicial y las muchas subsecuentes en el plano espiritual. ¡Lo hemos gustado y palpado, lo han visto nuestros ojos! y únicamente los que como nosotros lo han gustado, verán y se alegrarán (Sal.119:74).

¿Has encontrado tú el propósito de tu vida? ¿Te han sido contestadas tus preguntas? ... Todo esta escondido en Cristo (Colosenses2:2,3)

_________________

[1] En la película Contact, de Robert Zemeckis, y Carl Sagan, uno de los guionistas, puede observarse un profundo anhelo y deseo de descubrir estas preguntas existenciales, con respecto a la vida no solamente en nuestro planeta sino en el cosmos entero. Ha de decirse que alguien con las extraordinarias posibilidades de observación y estudio del universo, como en su caso, debe haber reflexionado profundamente en muchas ocasiones con estas preguntas empíricas y existenciales: ¿De dónde proviene todo esto? ¿quién ha sido capaz de crear tanta belleza y sofisticación?; ¿quién soy yo? ¿de dónde vengo? ¿adónde voy?; no obstante, no parece haberlo encontrado aún (como diría aquella antigua canción de U2 “I still haven´t found what I´m looking for¨”). No sabe exactamente dónde buscar e imagina como poder llegar a alcanzar mediante sofisticados medios tecnológicos, lo que tan sólo está reservado para aquellos que, en sencillez, creen y entienden por la fe en Dios y su palabra (1ªCorintios. 1:18-21) (Proverbios. 14:6).